El argumento

Judith García

Es un día de fiesta en la delegación. Decenas de personas se apresuran para llegar a la boda colectiva que se organizó. Habrá comida y regalos para los niños de la calle. Por lo menos, eso fue lo que supo Luis.
El chico llegó media hora antes de la cita para alcanzar un buen lugar. Espero durante unos minutos en la fila para ingresar a la fiesta. Pero no le permitieron la entrada. “Limpia por lo menos tus zapatos”, le dijeron.
Obediente, Luis se sienta en el penúltimo escalón de la explanada delegacional, y apresurado limpia con saliva sus zapatos. Tardó más de 20 minutos en quitar las costras de lodo.
De pronto su faena se ve interrumpida. El niño mira de reojo a la reportera y sólo escucha sus preguntas. “Yo sólo vengo por comida”. Era la única respuesta que daba.
Poco a poco los funcionarios salen de sus oficinas. Uno de los dos policías que resguardaba el acceso trasero del improvisado salón de fiestas, se acerca al chico. El bullicio impide escuchar la conversación. El niño sólo lo observa desconsolado, y luego, agazapado, se aleja de la explanada, se va de la delegación.
-¿Por qué lo corrió? ,-interrogo al policía.
Arrogante el hombre vestido de color azul se acomoda su chaleco antibalas y da su argumento:
-Es un niño de la calle y sólo viene a empulgar a los invitados.