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Wednesday, July 13, 2005

Pagar pasaje

Efraín Salazar Girón

No hace mucho, Ricardo García Villalobos, presidente del Tribunal Superior Agrario, nos contó una anécdota vivida junto al profesor Carlos Hank González, en los tiempos en que el político mexiquense fue jefe del Departamento del Distrito Federal.
Relató que uno de esos años del gobierno de José López Portillo, 1976-1982, estaban en un recorrido por la ciudad de México, cuando el Regente Hank le preguntó su opinión sobre lo que debía hacerse ante la operación con números rojos del Metro: seguir subsidiando el servicio a como pedían la circunstancias, que cada vez exigían más, o elevar el precio de una forma moderada y amortiguar un poco la carga para las finanzas capitalinas.
El veracruzano García Villalobos, al fin político, dijo que, o de una vez decretaban gratuito el Transporte Colectivo en gran medida subterráneo o establecían un costo real del pasaje con lo que el precio se elevaría de un peso a cuando menos cuatro o cinco.
Hank le respondió que su primera propuesta le había llamado la atención por su audacia, pero que la segunda realmente le había sorprendido porque el pasaje del Metro barato gracias al subsidio, era quizá lo único que el gobierno le estaba dando a la gente de escasos recursos que por millones lo utilizaba para llegar a su trabajo y desplazarse por la ciudad que ostentaba entonces el título de la más grande del mundo, si así puede llamársele a esa denominación.
Hasta donde recordamos nadie señaló a Hank de “populista”, pero era lo que pensaba ese hombre curtido en la política que para muchos era fuerte prospecto para la Presidencia de la República, y a la que no fue postulado quizá sólo porque aún se lo impedía el artículo 82 Constitucional que sólo le permitía ese privilegio a los mexicanos por nacimiento, hijo de mexicanos también nacidos en México.
Aquel pasaje nos lo platicó García Villalobos con el recuerdo puesto en aquellos años en que aprendió de uno de sus mejores maestros, quien también decía que cuando a un enfermo se le inyecta dos, tres o cuatro veces la misma medicina y no hay mejoría, entonces lo que debe estar mal, es la medicina.
Ahora recordamos la charla con el presidente del Tribunal Superior Agrario, sentados en la plaza Renato Leduc, mientras vemos un desairado punto de venta de boletos del articulado Metrobús, que pierde pasajeros al ritmo del fin de la gratuidad del servicio, en tanto Leonel Cota Montaño admite el desplome de la popularidad del PRD, entrampado en el cuarto lance de Cuauhtémoc Cárdenas.
A unos cuadras de ahí, comenzaba a pitar fuerte la aceitada locomotora del PRI.

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