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Tuesday, January 25, 2005

Qué de malo tiene

GILBERTO QUIROZ
Mi primer beso fue algo muy tierno y también triste. Dicen que el amor duele y creo que quien lo dice tiene mucha razón. En ese tiempo iba en secundaria. Recuerdo muy bien esa noche. A pesar de mi edad me gustaba ir con mis primos a pedir calaverita el 1 y 2 de noviembre. Un día antes nos poníamos de acuerdo y para ello recibíamos la visita de una linda vecinita.
Le llevaba algunos años, pero me fascinaba. En alguna ocasión la miré con un vestido blanco hasta los tobillos. Se veía tan hermosa. Parecía una princesa. Una noche, la primera de ir a pedir dulces, entramos a la habitación de mis padres. No pude rendirme a sus encantos. Me hinqué junto a ella. “Eres tan lindo” me dijo y depositó sus labios sobre los míos. Fue un beso fresco que me hizo volar y estremecer. En eso, se abrió la puerta de golpe. Era mi padre quien, al ver la escena, la corrió a gritos de la casa.
Nunca regresó y no tuve la oportunidad de nuevo de tenerla cerca. De hecho mi padre al ver mi tristeza me pidió perdón por su actitud. Los progenitores de la chica se enteraron del escándalo y después fueron ellos quienes pusieron la barrera entre nosotros. Qué de malo tiene, era un beso, no era algo como para avergonzarse.
Los años pasaron y sigue siendo mi vecina. El tiempo dio la respuesta al fracaso de ese amor. Hace unos meses platiqué con ella y me dijo. “Sabes, eso ya pasó y sería imposible realizarlo porque somos primos”. Sólo me di cuenta de ello cuando alguien decidió decirnos la verdad meses después de lo ocurrido. Saben, fue lindo porque fue un amor correspondido aunque sea por un segundo. Lo que nunca olvidaré es cuando me espiaba. Como su casa es de dos pisos y la mía de uno, podía hacerlo. Lo tierno es cuando nuestras miradas se encontraban se ponía roja como un tomate. ¡Qué tiempos! Es preferible amar aunque sea por un instante.

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