Las otras crónicas

Consulta el índice de todas las crónicas por autor

Friday, January 28, 2005

Zambombazo

Fernando Bravo

Mediodía dominical. El Sol caía a plomo. Corría el minuto 90 del segundo tiempo, “El Panzas” dribló al defensa en el área grande y con un quiebre de cintura dejó sembrado al segundo defensor para enfilarse solitario al arco del “Che Sonrisas”, quien con la boca seca y el corazón oprimido imaginaba ya un desenlace inmerecido por la dura batalla: 5 mil 400 intensos segundos de jaloneos, zancadillas, mentadas y el deseo mutuo de ver humillado a su eterno rival: Chivas-Rosario.
Cuando el temible delantero del Real San Lorenzo, “El Panzas”, apretó los dientes y disparó con todas sus fuerzas, el tiempo se detuvo durante un largo segundo.
Las gradas repletas de ruido y sudor callaron por completo. Los bebedores se afianzaron a sus respectivas “cheves bien elásticas”. El vendedor de chitos, cacahuates enchilados y huevos duros hizo oídos sordos a la petición infantil: “deme dos pesos de pepitas peladas”. La vendimia de raspados paró y los jarabes de sabores cesaron de bailar dentro de las botellas de vidrio al ritmo de los empujones del metal sobre el hielo. Los pájaros se petrificaron en el vuelo. Las decenas de pares de zapatos y tenis que colgaban de los cables dejaron de balancearse al viento. El director técnico visitante quedó con las manos entre los cabellos lustrosos y la camiseta insuficiente para su inmensa barriga.
El “Che Sonrisas” se percató de todo y en cámara lenta se arrojó hacia delante y hacia ninguna parte, más por inercia, y para después no recibir ninguna recriminación, que por detener el disparo, pero con tan buena suerte que con la punta del pie izquierdo mató el viaje del esférico, el cual quedó girando en su propio eje y se mantuvo justo en la línea de su aún imbatida meta.
El arquero se rehizo y se puso de pie, sólo para observar cómo el mundo se le escapaba: tres delanteros iban a la caza de la gloria.
Sin pensarlo más y olvidándose del balón, soltó el brazo y conectó un limpio derechazo a la mandíbula del “Bull”, quien como fardo cayó mordiendo literalmente el polvo.
Los otros dos se pararon en seco y el “Che Sonrisas” ensayó sus mejores pasos para esquivarlos, tirar una patada y luego sentir una punzada en la frente.
Antes de un segundo flash lacerante y perder el sentido, vio desgranarse las tribunas como una mazorca y musitó: ¡pero no nos metieron gol!

0 Comments:

Post a Comment

<< Home


 

Click Here