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Tuesday, August 09, 2005

Herencias y querencias

Efraín Salazar Girón

Si el niño Dios escrituró un establo y los veneros de petróleo, el diablo; la Güera Rodríguez Alcaine no quiso quedarse atrás y en su testamento político heredó a los trabajadores de la CTM su querencia por el tabasqueño Roberto Madrazo.
En esa parte del poema andaba, cuando leí el encabezado del madruguete que Joaquín Gamboa Pascoe, dirigente de trabajadores del Distrito Federal, dio al petrolero Carlos Romero en la sucesión cetemista.
Iba camino a un restaurante del llamado Centro Histórico, donde solía reunirse parte de la clase política priísta de los años de oro, y en donde más tarde comentaría un amigo que los “cinco lobitos”, secretarios generales sustitutos de la CTM, entre ellos Gamboa y Romero, eran de los que aguantaban tragar sapos sin hacer gestos y que si el exyerno del legendario Fidel Velázquez se le había adelantado al dirigente petrolero, éste aguantaría vara en medio del escalafón obrero oficial.
Otro compañero de mesa recordó el freno que el viejo Fidel puso siempre a Joaquín Hernández Galicia en sus años de cacique petrolero y que inclusive se hizo a un lado cuando el de Tamaulipas se vino abajo a principios de 1989, al caerle encima todo el entramado judicial al arranque del gobierno de Carlos Salinas.
La plática discurrió sobre las herencias esperadas de algunos personajes y personajas.
Ya que Marta Sahsgún regaló en vida ropa usada, Chanel y otras marcas popof, alguien propuso que a los niños de la calle les deje otra tanda de tamales con atole, de esos que la pareja atómica, aún no casada, le disparó a los púberes callejeros en la Morelos, el día de la toma de posesión del presiChente.
A su vez, el inquilino de Los Pinos debiera heredar las botas que ya no usa a los integrantes de los 400 pueblos que andan por Paseo de la Reforma descalzos hasta el cuello, en demanda de la restitución del paraíso perdido, pero para César del Angel, su ancestral dirigente. Ah, y las botas de charol que llevó a España, serían buenas para un Santaclos de utilería en diciembre.
A López Obrador se le pediría que herede el reloj Tiffany de 80 mil pesos y los trajes Armani, hechos en la colonia Roma, para una rifa entre los viejitos cuya pensión de 600 pesos no alcanza para mucho.
Santiago Creel, de quien pocos se acuerdan ya, para revivir debiera testamentar unas concesiones para casas de apuestas y garitos.
Y así, por el estilo, hay tela de donde cortar.

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