Las otras crónicas

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Tuesday, August 23, 2005

Oscuridad en Tlalpan

Efraín Salazar Girón

Por ahí andan diciendo que el jefe delegacional en Tlalpan, Eliseo Moyao Morales, parece maniatado por algunos de sus colaboradores, al grado de no poder cumplir compromisos acordados con los vecinos de esta demarcación, ¿cómo ve?
Pues yo también he escuchado que muchas personas se quejan de que Guillermo Sánchez Torres, director general de Servicios Urbanos y el jefe de Servicios de Alumbrado, Rutilo Sánchez González, se empeñan en incumplir las órdenes y los acuerdos de Moyao Morales…
Como botón de muestra tenemos que el multicitado delegado suscribió un acuerdo con los vecinos de la Unidad Habitacional Fovissste, Fuentes Brotantes, fase única, para facilitar la mano de obra en la colocación de luminarias que los vecinos compraron para mejorar la seguridad pública en la zona, pero don Rutilo, como en sus dominios le dicen algunos, de manera prepotente, ha frenado en varias ocasiones la orden de otras instancias para que se cumpla con la palabra de su jefe delegacional…
¡Que barbaridad!
Lo insólito de esta comedia de enredos es que ni el propio Guillermo Sánchez Torres le puede pedir cuentas a su colaborador inmediato.
-No me diga...
Sí le digo; y eso que este último, Guillermo Sánchez, al parecer era el gallo para suceder a Moyao Morales al frente de la Delegación...
Pero falta que gane la candidatura, y como va, se ve difícil que los electores en Tlalpan le dieran su voto..
Eso se vislumbra aún más difícil, y más si se va a rodear de gente como Rutilo Sánchez, que sólo cobra en la delegación sin dar un verdadero servicio a los vecinos...
De plano no sabemos que podrían esperar de ellos los habitantes de la delegación...
Dicen bien que Dios los hace y ellos se juntan.
Pero aquí la duda es grande, pues no sabemos si de veras Dios los hizo.
El eco de la plática se diluye en la tarde lluviosa en el sur de la ciudad.
Los niños corren por los pasillos de la unidad habitacional luego de un tibio inicio de clases del ciclo escolar.
Una noche más se acerca a la unidad Fuentes Brotantes, en aquella parte de la ciudad de la esperanza, y las familias se preparan para pasarla aún sin luminarias.

Tuesday, August 16, 2005

Vecinos Distantes

Efraín Salazar
Me dijo Samuel que la coordinadora de los perredistas en la Asamblea Legislativa, esa que entró en lugar del profesor Bejarano, el campeón de la ligas, a pastorear a los asambleístas de su grupo, anda repreocupada e inquieta buscando que los vecinos en el D.F., algo así como 10 o 12 millones de seres humanos y seres a secas, nos llevemos mejor en aras de reducir los índices del delito.
Quesque la tal Lorena Villavicencio, quien ni a los de su partido en la Asamblea puede hacer que jalen parejo, anda promoviendo acuerdos con el ánimo de atajar las malas vibras entre el personal, y las cosas se compongan como por arte de magia, desde Iztapalapa hasta la Miguel Hidalgo y de Gustavo A. Madero a Tlapan, según dice el Sam que dijo.
Por eso ya hasta el Día del Vecino instituyó.
Sabemos y esperamos que la coordinadora del PRD en la Asamblea Legislativa tampoco ignore que de buenas intenciones está empedrado el camino que va directo al infierno.
No es por desanimarla, pero Villavicencio debiera empezar por la filas del perderé que sigue llena de tribus rabiosas que hoy por ejemplo insisten en quemar en leña verde al senador del PRD, Demetrio Sodi manos de tijera, sólo porque el legislador está apuntado como precandidato externo al gobierno del Distrito Federal en las preliminares del PAN y ya anunció su salida del perredismo.
También debiera doña Lorena llevar sus buenos oficios en pro del amor y paz, no a don Chepe el de la tienda y su mujer, que se llevan como perros y gatos desde hace treinta años, pero ya se acostumbraron porque tienen bien calculado hasta donde estiran la liga, sino a personajes tales como Armando Quintero, Jesús Ortega y Pablo Gómez, quienes quieren hacer picadillo a Marcelo Ebrad porque les lleva la delantera en la contienda interna por la candidatura al Gobierno del D.F.
Aquí, la banda de esta barriada de la Pensil, y de todas las circunvecinas, le podemos dar, si gusta, clases de solidaridad vecinal y sentido comunitario a esa Lorena Villavicencio y sus cuates, quienes deberían desquitar de otra manera el billete que mes a mes se embolsan como jugoso salario en la Asamblea.
Y sin necesidad del Día del Vecino.
Bueno eso digo yo; no se usté.

Tuesday, August 09, 2005

Herencias y querencias

Efraín Salazar Girón

Si el niño Dios escrituró un establo y los veneros de petróleo, el diablo; la Güera Rodríguez Alcaine no quiso quedarse atrás y en su testamento político heredó a los trabajadores de la CTM su querencia por el tabasqueño Roberto Madrazo.
En esa parte del poema andaba, cuando leí el encabezado del madruguete que Joaquín Gamboa Pascoe, dirigente de trabajadores del Distrito Federal, dio al petrolero Carlos Romero en la sucesión cetemista.
Iba camino a un restaurante del llamado Centro Histórico, donde solía reunirse parte de la clase política priísta de los años de oro, y en donde más tarde comentaría un amigo que los “cinco lobitos”, secretarios generales sustitutos de la CTM, entre ellos Gamboa y Romero, eran de los que aguantaban tragar sapos sin hacer gestos y que si el exyerno del legendario Fidel Velázquez se le había adelantado al dirigente petrolero, éste aguantaría vara en medio del escalafón obrero oficial.
Otro compañero de mesa recordó el freno que el viejo Fidel puso siempre a Joaquín Hernández Galicia en sus años de cacique petrolero y que inclusive se hizo a un lado cuando el de Tamaulipas se vino abajo a principios de 1989, al caerle encima todo el entramado judicial al arranque del gobierno de Carlos Salinas.
La plática discurrió sobre las herencias esperadas de algunos personajes y personajas.
Ya que Marta Sahsgún regaló en vida ropa usada, Chanel y otras marcas popof, alguien propuso que a los niños de la calle les deje otra tanda de tamales con atole, de esos que la pareja atómica, aún no casada, le disparó a los púberes callejeros en la Morelos, el día de la toma de posesión del presiChente.
A su vez, el inquilino de Los Pinos debiera heredar las botas que ya no usa a los integrantes de los 400 pueblos que andan por Paseo de la Reforma descalzos hasta el cuello, en demanda de la restitución del paraíso perdido, pero para César del Angel, su ancestral dirigente. Ah, y las botas de charol que llevó a España, serían buenas para un Santaclos de utilería en diciembre.
A López Obrador se le pediría que herede el reloj Tiffany de 80 mil pesos y los trajes Armani, hechos en la colonia Roma, para una rifa entre los viejitos cuya pensión de 600 pesos no alcanza para mucho.
Santiago Creel, de quien pocos se acuerdan ya, para revivir debiera testamentar unas concesiones para casas de apuestas y garitos.
Y así, por el estilo, hay tela de donde cortar.

Sunday, August 07, 2005

Las Pirañas

Obed Collado

Alex me insistió en que quería ir al "teibol".
-Sale caro, we -le dije.
-No hay pex, yo invito -me contestó.
-Bueno... -me dije a mí mismo.
"Las Pirañas". Que me devoren, pensé. Entramos.
Clásico revisón de arriba pa' abajo a ver si no traes armas: "Son unos discos", le dije al tipo que me estaba basculeando cuando tentó una bolsa del chaleco.
Mesa central: "Pa' que las vea bien; todas son virgencitas". (Nunca he entendido por qué los tipos que te llevan al "baile" creen que te convencen con lo de las "virgencitas").
Pocos clientes, muchos meseros y algunas "teiboleras".
Sin necesidad de haber ingerido una sola chela de a cien varos, me di cuenta que el espectáculo era deprimente. A qué lugar me dejé llevar. El Alex tenía cara de "what". Tampoco entendía en dónde nos había metido.
No había nadie bailando. Unas cuantas mujeres en vestidos cortitos de muy mal ver.
Y que se acercan dos. Que de tan feas y flacas parecían viejas.
-Hola, cómo están -nos preguntaron a coro.
-Bien, y ustedes -les respondimos a coro.
-¿Me puedo sentar en tus piernas? -me dijo la menos fea. A Alex ni permiso le pidieron. Ya lo tenían bien abrazadito.
Nos empezaron a hacer la clásica plática de qué si ya habíamos ido allí, y que si estaba chido el lugar, y bla, bla, bla, -"invítame una copa"- bla, bla, bla.
-Al ratito, primero vamos a checar el "material" -dije yo. Y se fueron, con caritas de decepción y despidiéndose dándonos la mano (como saluda uno a los cuates).
Total, empezó la "variedá". Una gorda joven (pero igual de fea que las flacas). Bailando con la gracia de una cucaracha entrenada. Arrítimica. Sin atractivo de ningún tipo.
La primera "canción", la clásica "coreografía" de "ahorita me les encuero". La segunda "canción": "ahorita verán lo que es bueno": La tercera "canción": "Ya me vieron, ya me voy".
Ni pa' reírnos. Si acaso por lo absurdo de la situación. De pagar por ver algo espantoso.
Pobres chavas. La pobreza se les ve por todos lados y en todos sentidos. Mujeres que no encuentran trabajo de nada. No saben hablar, ni vestir, ni bailar, ni encuerarse, ni seducir.
Pero sólo pasa en "teibolitos" como este: "Las Pirañas". El nombre nos debió indicar otra cosa, una clara advertencia.
Una chela cada quien y nos salimos. Sin dar propinas. Pero les dimos la bendición a las chicas (y a las grandes, que también las había), para que algo bueno les pase.
Ahora, más las ganas de curarnos el espanto que las otras "ganas", nos obligaron a buscar algo de más categoría.
La verdad no fue difícil hallar algo más decente. Ahí valió la pena despilfarrar la lana del buen Alex.
Pero el espanto de "Las Pirañas" nunca lo he podido olvidar, más que nada por la pena de que no a todos los seres humanos les va bien en la vida.
El otro día pasé por ahí. Me abordaron de volada los tipos estos de las tarjetas. "Pásele pa' que lo conozca; tenemos puras virgencitas". De nuevo la absurda invitación, que nunca ha funcionado conmigo (ni con nadie, supongo).
Esa vez (como otras), preferí mil veces irme a mi casa a ver la tele.

Tuesday, August 02, 2005

Ajos y cebollas

Efraín Salazar Girón

Es inevitable porque forman parte del mosaico de aromas de la llamada ciudad más grande del mundo.
El olor de las cebollas y demás hortalizas baja por las escaleras de la estación Merced del Metro y se instala en andenes y pasillos como su ancestral territorio.
Pero también hay sabores de frutas y flores en ese aire encajonado a las diez de la mañana.
Desde que el convoy naranja cruza veloz la frontera entre el túnel y la zona de abordaje, el golpe de olores llega al cerebro vía las fosas nasales y a las papilas gustativas, que nos conducen en automático por un viaje imaginario a los pasillos plagados de comestibles en esa emblemática central de abasto.
Luego, a través de los gastados ventanales de las puertas de los vagones atestados, vemos a hombres y mujeres cargando bolsas y bultos de productos de diversas regiones agrícolas del país, que se convertirán en atoles, salsas, guacamoles, ensaladas y demás aderezos de tacos, tostadas, tortas, tamales y en complementos de platillos como consomés, barbacoas, sopes, quesadillas, que alimentarán a millones en esta capital de la raza de bronce.
A la Merced llegan personajes de todas las clases sociales de la capital, llevados por el consumo personal, familiar o por negocio y ahí se encuentra una muestra completa del Distrito Federal, en un agradable viaje hacia el sabor, el olor y los colores de las frutas y verduras.
Desde que se sale de la estación Pino Suárez hacia Pantitlán el olfato se prepara para el banquete de olores que le espera en unos momentos más y cuando salimos hacia Candelaria junto con el gusto sigue saboreando ese rastro de aromas mezclados que a algunos, por la fuerza de la costumbre llega a ser imperceptible.
Todo esto ocurre en una mañana fresca, mientras Alejandro Encinas toma el poder en el gobierno capitalino y hace promesas de cambio como todo gobernante que se respete, con creación de dependencias como la secretaría de Educación y Cultura toda la cosa


 

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