Las otras crónicas

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Wednesday, March 30, 2005

Nostalgia citadina

FERNANDO BRAVO

UNO
Patricia me mira e inunda el salón de clase con miles de estrellitas y luces de colores. Me toca el rostro. Ríe al decirme lo frío que estoy.
-Pareces muerto -dice.
-Es que siempre he sido de sangre helada –digo, y los dos reímos como poseídos.
Un mechón de pelo azabache adorna su frente. El lunar de su mejilla luce genial cerca de su boca llena de perlas y promesas. Es amor, pienso.
Ella y yo, 10 años. Invierno. Salgo bien abrigado de casa rumbo a la escuela, pero en el camino me despojo de suéter y gorra, exponiendo cara y pecho a la fría mañana, para que después sus manos calienten mi rostro con caricias infantiles.
Es amor, pienso.

DOS
Rosalva es una mujer corpulenta, de rápido andar y movimientos pensados en relación a su camino trazado. Catorce años. Es el tipo de belleza que reside su fuerza en la entereza del espíritu. Casi nada la ablanda, pero a veces me observa bajo una nube de incertidumbre.
-¿Estudiamos esta tarde en mi casa para el examen de mañana? -dice.
Yo oprimo su mano, le besó la frente y recuesto su cabeza en mis piernas.
La miro y pienso: si logro salir de la serie de exámenes reprobados y que no me corran de casa ni de la escuela secundaria, te buscaré para no separarme nunca de ti.

TRES
Irene, la pequeña conejita no tiene lugar fijo de residencia. Esa peligrosa sonrisa que parece decir miles de cosas, huye en dirección al infierno pensando con intensidad en ir al cielo. O a lo mejor es al contrario. De ella nunca lo sabré.
Si la beso en los labios, el día se esparce y no se acaba nunca. Caen las hojas de los árboles en Ciudad Universitaria.
Ella se empeña en reír y saltar a mi alrededor y a mí, que me encanta el juego pero sin un peso en la bolsa para regalarle una flor, se me oprime el pecho de angustia pensando en lo que pasará al día siguiente.

CUATRO
Sentado en el sillón, prendo un cigarrillo mientras observo con atención las fotos de Patricia, Rosalva e Irene. El humo y las imágenes se mezclan. Salgo a caminar a la calle con las fotografías en el bolsillo. Tres de la mañana.
Al cruzar el parque, el mendigo de la banca me pide una moneda. Yo meto la mano al pantalón y sólo encuentro las fotos. Se las doy. Alzando los hombros le digo que es todo lo que tengo. El las toma riéndose como el loco que es y las guarda.Doy la vuelta. Y mientras el aire fresco de la madrugada me abraza, un fluido como un pequeño tsunami recorre mis mejillas y sala mis labios.

Monday, March 28, 2005

El rehén

Judith García Aura

Uno de los hombres más pobres de la colonia Guerrero fue robado.
Don Venancio, es uno de esos personajes que forman parte de la historia de la delegación Cuauhtémoc. Desde hace más de tres décadas vendía periódicos en la esquina Guerrero y Degollado.
El es uno de esos hombres nadie contrata porque rebasa los 50 años edad. Desde chicos, siguió el mismo oficio de su padre y su abuelo, y también heredó sus deudas.
Todos los días, desde las siete de la mañana, armado con una gorra y overol azul marino, caminaba entre los autos y voceaba las principales notas del día.
Una mañana, no se le volvió a escuchar.
El día anterior, unos hombres le apuntaron con una pistola en el abdomen y se llevaron todo lo que había vendido durante el día. Don Venancio, no quiso levantar una denuncia, a pesar de que los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, se lo sugirieron. “Estoy vivo –les dijo- y eso es suficiente”.
Lo peor pasó al día siguiente: pues iba abrir su puesto, descubrió que los delincuentes se llevaron los cinco mil pesos que tenía en mercancía. Para él y su familia, es una deuda impagable. Se quedaron sin su único ingreso.
Ahora ese hombre, el más pobre de la colonia Guerrero, se convirtió en rehén de la delincuencia, y al final terminó huyendo por temor a que otra vez volviera a ser asaltado.

Wednesday, March 23, 2005

No se puede vivir del amor”

Fernando Bravo

UNO
Llueve. Para guarecernos elegimos un árbol. El agua nos escurre del pelo, frente y nariz. La empiezo a besar. Ella abre la boca, yo también. Apenas toco su lengua, entre sus dientes, ella cierra los maxilares y me muerde con fuerza. Dos, tres veces hace lo mismo. Mi lengua me arde. Desisto.
Ahora dejo que ella intente un avance y la muerdo también con fuerza. -Ay -grita y me golpea el hombro con su mano cerrada. –No me muerdas –dice. –Está bien –respondo. Seguimos. La muerdo otra vez. –Ay –grita, recoge su bolso enojada y sin importarle que la lluvia no cesa se pierde entre el aguacero, dejándome la sensación de un 3-2 insatisfecho.

DOS
-¿Me odias? –dice ella por teléfono, después de cuatro citas plantado, decenas de llamadas infructuosas y más de dos meses sin verla.
-No, al contrario, te quiero mucho más –digo.
-No es cierto, me odias y estás esperando la oportunidad para vengarte.
-No pues.
-¿Nos vemos para ir al cine?
-Sí.
-Mañana en el café de chinos.
-Vale.
Cuelga. No sé a qué hora, ni en cuál café de chinos.
Le marco para saber más detalles y sólo oigo, como siempre, su voz grabada en la contestadora.

TRES
La invito a comer. Me mira con desconfianza.
–Me encantaría –dice-, pero unos familiares de Pachuca vendrán a visitarme y no puedo dejarlos solos.
-Qué lástima, quizá la próxima semana –digo.
-Quizás sí.
Una señal –pienso, por lo que le regalo cada tercer día un ramo de flores.
Pasada la semana lo mismo: tengo un sobrino enfermo que debo cuidar
Y lo mismo, y lo mismo: lavaré ropa... Iré al dentista... Tengo gripa...
A la quinta semana salgo a comer con la vendedora de flores.
Ella me deja de hablar.

Sunday, March 20, 2005

Bum, bum, bum, ese sonido letal

Obed Collado

No me hizo ninguna gracia escuchar mis propios latidos en el oído interno izquierdo.
Sentí que eran el prólogo de un desenlace ridículamente no fatal para mi hermoso cuerpo, pero sí para mi horrible psique.
Los signos del gimnasio las vuelven locas. ¿No lo sabían?
Algo andaba mal. Yo, tan sano, tan "apachurro", (decían mis nenas). Escuchaba ese golpeteo siniestro. Ese susurro de muerte.
Me salí de la fiesta.
No sólo por la preocupación de ese maldito soliloquio en mi oído izquierdo que repetía de manera perfectamente rítmica (muere, muere, muere, muere...), sino porque estaba rodeado de "izquierdosos", y yo tan "derechoso".
Hermoso y guapo, pero pésimo pa' los trancazos...
Mi especialidad siempre fueron ellas. Tan hermosas, tan sensuales, tan perfectas.
Total que me salí, preocupado por mi quebrantable salud. Pero ella me alcanzó. Gritó mi nombre (que yo nunca le dije), y obedecí su voz que parece haberme dicho "detente".
Volteé. Me quedé helado. Dos chicas bellas me miraban (una flaca de hermosura etérea y otra flaca de belleza terrena). El instinto obnubiló mi razón y me arrojó a los brazos de una de las dos desconocidas, la que reaccionó extrañada como diciendo: "Y a éste qué le pasa".
La otra, lo hizo decepcionada. Balbuceó mi nombre, pero no la escuché (no quise).
La extrañada forcejeó conmigo hasta que deshizo el desesperado abrazo. Pero se quedó a mi lado.
Fue en ese preciso instante que el mortal sonido dejó de escucharse en mi oído "interno" izquierdo, y comenzó el "bum, bum, bum".
Era la segunda vez en esa noche (y en toda mi corta vida, ahora que lo pienso --siento--) que escuchaba a mi corazón.
Me asusté más de lo que ya estaba.
¿Quién no lo habría hecho?
Mirel (mi actual esposa) con sólo una extrañeza (y no con una tierna mirada como en otras historias) me hizo olvidar a mi eterna novia, que esa noche me susurró al oído en una fiesta realizada en la calle de Actopan, en la Roma.

Tuesday, March 15, 2005

Metrobús como en Sao Paulo

Efraín Salazar Girón

Solo faltarán las garotas que con su cadencioso meneo de caderas por los andenes del Metrobús, alboroten la hormona de jóvenes y adultos en plenitud, como en estos tiempos del cambio llaman a los ancianos.
Pero no importa. Todo será felicidad a partir de mayo en la ciudad de la esperanza, donde primero los pobres y luego los ricos podrán abordar ese espacioso transporte probado ayer entre Buenavista y San Cosme por quien nos hace el favor de estar al frente del gobierno capitalino.
Para que no le digan y no le cuenten, por tres pesos cincuenta centavos usted -o cualquier hijo de vecino-, podrá viajar, como en bisnes clas, de Indios Verdes a Doctor Gálvez, muy cerca de San Angel, junto con otros 159 pasajeros en cada transporte en tiempo récord y, sobre todo, salvado del congestionamientos hoy provocado por el exceso de automóviles, junto con las prisas y carreras entre microbuseros de la muerte que pelean el pasaje como si fuera el último bocado en tiempo de hambre.
Claro que si aborda en Gómez Farías o Antonio Caso y se baja en Félix Cuevas, pagará lo mismo que por el trayecto completo, pero irá agradecido con la vida por el ahorro en frenadas, acelerones, mentadas y por no tener que escuchar a la onda grupera y a locutores inmisericordes que taladran los oídos desde las bocinas de las discos ambulantes que son los microbuses engendrados en tiempos de Camacho Solís.
Este anuncio de la revolución del transporte en la ciudad más grande del mundo -después de Sao Paulo, claro-, lo hizo ayer el de Macuspana y su equipo, en un ambiente festivo, aprovechando la tregua que en el tema del desafuero hicieron el favor de darse él y Vicente Fox.
Coincidió también esa prueba del Metrobús con la declaración del coordinador de los diputados federales del PRI, Emilio Chauyffet, quien dijo que a lo mejor ni lugar hay para el mentado juicio en el Pleno del Congreso, pues el exsecretario de Gobernación percibe por ahí un probable empate en la votación en la Sección Instructora, donde el tricolor puede abortar el procedimiento, matando cualquier dictamen al respecto, sea favorable o desfavorable al juicio de desafuero, en el que se ha invertido más tinta, papel y horas de radio y televisión, que en cualquiera de los temas de interés nacional que se recuerde en los últimos tiempos.Así pues, en el tema del desafuero cada vez falta menos para el desenlace, lo mismo que para estrenar el Metrobús, por el que iremos sólo imaginando alguna cintura breve de piel canela y cadera regular que nos haga cantar “mira que cosa más linda......”

Monday, March 14, 2005

Que la ciudad me devore

OBED COLLADO

No sé cuándo.
Esa es la verdad.
Pero el no saber no me permitiría lo que estoy a punto de... ¿Qué?
!Bah! eso no importa.
Pero es grave porque no se supone que deba ser así.
Pero la ciudad inspira. Sí, esta ciudad. ¿Acaso hay otra?
No me digan que "Niu Yorc" porque esa no es ciudad. Es una increíble escenografía que inventaron en "Jaligud" para "hacer" películas y programas de televisión.
¿Ciudad? La de México. Si algún buen productor de cine se tomara la molestia... Bueno, está esa de Hombre en Llamas, del maestro Scott. No, no el de Bladerunner. El apellido es el mismo: son hermanos.
Hay una horrible, gringa, filmada aquí. Con Roberto Sosa (en el elenco mexicano), y Robert Patrick (en el elenco de allá). El que hacía a Doggett, el agente "sustituto" de Mulder en los Expedientes Secretos "X".
Pero esa es mala. También trata sobre el secuestro... pero, no. No salió chida.
Esta maldita ciudad. Fueron los dioses aztecas. Aunque están arrepentidos por "retrógrados", pero ellos tuvieron la ocurrencia de lanzar pestes contra nosotros, que, pues no somos aztecas, como ellos.
Historias de muerte, pobreza, tragedia. Para qué queremos negros "cocos" y asesinos como en las películas gringas. Tenemos barrios bravos. Nombres, ¿para qué? Son "innombrables" como ese ficticio enemigo del "Peje", que quisiera... Para qué digo qué quisiera. También lo saben. ¿Nooo? Síííííííííííííííííííí.
El chiste, (que por cierto no me hace ninguna gracia). Es que hoy..., hoy...., voy a morir. Ya lo decidí. Hoy, hoy, hoy, es cuándo.
Estoy segurísimo de que así será.
Tengo todo dispuesto: Soga, pistola y gas... ah, y la clásica navajita de afeitar que en realidad ya no se usa. De hecho, ésta está oxidada.
¿Por qué tan terrible decisión?
Es que ya no aguanto las ganas de vivir, y menos las de morir a manos de..., de, "ésos". Como la novela del llamado "maestro del terror" convertida en miniserie para TV. Pero ahí los personajes son suertudos. Porque sólo hay un "Eso". Aquí hay un montón. Y son "ésos".
"Esos" que han olvidado que el ser humano somos un todo. La especie que da vida y pensamiento a este planeta. "Esos" que son idiotas morales. Que te asaltan y no se conforman con sacar la cena y las chelas del día y/o la noche. "Esos" que te humillan. Que te ponen una pistola en la boca, en la cabeza. O ahí, donde no duele tanto que te maten completo, sino que te dejen incompleto. ¿Me explico verdad?
No es cuestión de géneros ni de preferencia sexual. Es enfermedad pura. Desgraciadamente la medicina es esa rareza llamada "aplicación de la ley". Rareza que a "pejes", "tricolores", "pitufos" y otras horribles especies parásitas prefieren ignorar, pero la mencionan con singular alegría.
El chiste (ese que no me hace gracia), es que hoy me voy.
Aún no decido el método (la verdad es que no quiero sufrir). Pero pues opciones tengo.
¡Chale! Pensándolo bien, hoy será un día como cualquier otro.
Saldré a que la ciudad me devore.
Y como siempre, volverá a escupirme...

Wednesday, March 09, 2005

Héroe surreal

Obed Collado

Briago.
Eso es lo normal para el tío Lalo. Ser y estar.
Para él, exceso es no brindarle al cuerpo el vital líquido: alcohol.
Normalmente no causa problemas a terceros, siempre y cuando no esté al volante de alguno de sus carros, que tanto adora.
Le gusta humillar al transeúnte, no con el lujo que se refleja en la pintura metálica de sus autos, ni con el retumbante y explosivo sonido de sus autoestéreos. Ni con el rugir de sus motores “tuneados”.
Cuando el tío Lalo se monta en sus “carruajes” (así les llama), los peatones se convierten en gallinas asustadizas y los automovilistas en víctimas de una persecución atroz (emulando la que ocurre en su película favorita: Contacto en Francia)
Ya no sé qué recomendarle. Si le pido que no beba, me retira el habla, y si le digo que no maneje ebrio, se aguanta las ganas de madrearme.
En una de tantas, el destino no le permitió salirse con la suya (como siempre hace).
Un valiente ciclista invirtió los papeles. Para su fortuna, el tío Lalo no es un asesino.
La bicicleta retorcida era como una radiografía del ciclista, quien quedó con cara de perplejo en el asfalto. Lo vieron los patrulleros que aparecieron de la nada.
Se acercaron. El copiloto bajó del vehículo y echó un rápido vistazo al ciclista.
No ameritó ningún tipo de gesto de parte del agente.
El tío Lalo respondió al tercer “joven” emitido por el patrullero.
-Sus papeles.
-Eh!?
-¡Sus pa-pe-les!
-Ah, sí...
Buscó, pero la verdad es que nunca llevaba consigo nada. Ni la licencia.
El “poli” pronunció el clásico: “¿Cómo le hacemos?”. El tío sólo levantó los hombros.
A pesar de lo ocurrido, el motor del flamante auto seguía prendido.
No lo pensó más. En un acto reflejo se echó un reversazo, maniobró como experto héroe de película y se dio a la fuga.
La persecución alcanzó el Periférico. Para entonces, tres patrullas iban tras él, como si debiera muchas vidas y hubiese vendido toneladas de cocaína.
El tío Lalo se divertía como nunca. Para hacer más emocionante la carrera comenzó a “pegarse” a cuanto auto le caía mal.
La verdad la historia tuvo un final no tan malo. Acabó en el hospital.
Regresemos al Periférico. Ya había perdido a los policías cuando un auténtico psicópata del volante se le puso al tú por tú.
De todas las películas que había visto el ebrio de mi tío, sólo una le asustaba. Esa donde un tráiler persigue a un tipo común y corriente y no lo deja ni descansar.
Pues ese tráiler se le apareció. Y ésa casi no la cuenta.
Tuvo que usar todo lo aprendido a lo largo de tantos y tantos años de chupar y manejar.
El tráiler asesino casi ocasiona una carambola que hubiera cobrado muchas vidas (como esa de Fatal Destination 2, que gustó mucho al tío, pero no le espantó).
Las hábiles maniobras del tío Lalo evitaron la masacre. El tráiler terminó en un trágico estallido, que afortunadamente ocurrió lo suficientemente alejado de otros automóviles como para causar daño.
Lalo había salvado muchas vidas y casi perdido la suya.
Los policías que registraron el incidente fueron otros, distintos a los aparecidos.
El alcohol se había evaporado de la sangre del tío.
Así que un ebrio indomable acabó siendo un héroe en un día por demás irreal o surreal, o como quieran llamarlo.
La aventura habría sido mejor si el compadre de mi tío Lalo hubiera estado aquí, pero, el muy narco se fue a atender “bisnes” al vecino país del norte.
El Oaxaco, como lo llaman en el bajo mundo (también en el alto) seguramente habría hecho un mejor relato de esta estúpida e inverísimil historia. Hasta le habría agregado alguna extraña y mística conexión con la costa oaxaqueña y tendría un final más trágico. Con muerte del compadre Lalo incluida.
Tendrán que conformarse con mi relato, que en verdad ocurrió.

Nota: En la crónica publicada en El Sol no se incluyó el párrafo sobre el Oaxaco. Cuestión de espacio.

Monday, March 07, 2005

Viejo que se muere.

EFRAIN SALAZAR GIRON

Ni duda hay que el grueso de los agentes de Policía y Tránsito tiene cualidades especiales y natural inclinación para cerrar calles y prohibir el paso.
Ellos, cuya razón esencial de ser sería dar fluidez al tránsito vehicular en la saturadísima metrópoli, parecen gozar cuando durante marchas y plantones atraviesan patrullas y vallas metálicas bloqueando el paso de automovilistas y gente, sin dar otra alternativa que la propuesta por Ramón Aguirre en su tiempo, de que: "Al que no le guste, que se vaya pa´ su pueblo".
Esto nada ha cambiado en un Distrito Federal hoy conocido como la Ciudad de la Esperanza.
El martes primero de marzo lo constatamos como si hiciera falta.
Ya nos habían advertido por diversos medios que por la construcción del famoso Metrobús, a partir del arranque de este mes de la primavera, del nacimiento de Benito Juárez y de la fundación del abuelo del PRI, estaría prohibida la vuelta a la izquierda en la avenida de los Insurgentes, no obstante, que en muchos puntos existe semaforización para ello.
Desde las primeras horas de la mañana del lunes, gozosos, con uniformes limpios, botas lustrosas y anteojos oscuros, cual Ericks Estrada caracterizados de Poncharellos de nuestro tiempo, vimos lo mismo en el cruce de Félix Cuevas que en el de Antonio Caso, a patrulleros y demás subalternos de Joel Ortega que, en grupos voluminosos y en actitud de estar custodiando cuando menos el paso del Papa, lo que hacían era impedir que algún despistado ignorante de la trascendental medida, o algún pasado de listo, quisiera dar vuelta en los
puntos prohibidos para ir a su trabajo, la escuela o a ver a
su suegra.
No dejamos de preguntarnos la felicidad que producirían a los automovilistas y los beneficios para la ciudad de la esperanza, si los uniformados y sus jefes, incluido el de Macuspana, pusieran la mitad de ese empeño mostrado para cerrar calles o prohibir el paso, en agilizar el tránsito vehicular en la esclerótica urbe.Pero nos reímos cuando recordamos que los esfuerzos están centrados en aprovechar la propaganda por el desafuero, y en ganar con Leonel II y Martí Batres las dirigencias nacional y local de un PRD que no es suficiente para la Presidencia en el 2006.
Mientras tanto, también sobre la avenida de los Insurgentes, tendido como un viejo que se muere, el PRI cumple 76 años del nacimiento de su abuelo el PNR, mientras hace planes para pelear -con Beatriz Paredes al frente-, por volver al Gobierno de un Distrito Federal que nunca ha logrado por el voto, pero que lo mismo abandonó a su suerte en los tiempos de la Regencia, mucho antes de este Gobierno de segundos pisos incompletos.


 

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