Las otras crónicas

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Tuesday, May 24, 2005

Generación Big Brother

Efraín Salazar Girón

Si nos atenemos a los números y a las tendencias, las generaciones de Big Brother y la Academia tendrán un peso significativo en los resultados electorales de los comicios restantes de este año y, por supuesto, del esperadísimo 2006, decía con autosuficiencia un joven maestro, aprendiz de brujo, sentado a la mesa en uno de esos restaurantes de cadena, frente a un grupito de estudiantes de una universidad privada, por los rumbos de San Rafael.
Son muchachos como ustedes, que en el 2000 tenían doce años y muchos que en el 2003 andaban en los quince y el año que viene cumplirán dieciocho o diecinueve, recitaba el de la voz cantante, que parecía activista de las fuerzas inferiores del Verde Ecologista o del PAN.
“¿Será?”, preguntó a mi lado un compañero de oficio, también picado por la curiosidad en la carrera presidencial y sus personajes visibles.
En ese momento recordé y le comenté que un correo electrónico me advirtió semanas atrás, que gente de Manuel López Obrador andaba tratando de convencer a una joven tabasqueña apodada La Chotis, para que se declarara simpatizante del rayito de esperanza –hoy de centro en el espectro político-, a cambio de llamadas de apoyo para que ganara esa desgastada competencia televisiva.
El asunto –dije-, es que a esta hora ya se desató una verdadera estampida en pos de la Presidencia de la República, en donde a falta del debate de propuestas de solución a los grandes desafíos de la Nación, de los programas de gobierno de cada uno de los aspirantes, sus plataformas políticas o el bosquejo del país que debemos construir desde cada punto de vista, las energías se diluyen en saber cuándo dejará Santiago Creel una secretaría de Gobernación que nunca acabó de asumir o los intentos de Felipe Calderón por comprar en diez mil pesos el reloj Tiffany´s de López Obrador, quien a su vez anunció su deseo de vivir en Palacio Nacional, como Benito Juárez, “en aras de la austeridad republicana”.
Y mientras maestro y alumnos discutían sobre los efectos del voto de la generación Big Brother en las elecciones del 2006, a unas cuadras de ahí, en las instalaciones del PRI, Roberto Madrazo se reunía con unos cuarenta diputados del PRI, comandados por Emilio Chuayffet, para revelar públicamente su búsqueda de la candidatura presidencial de su partido y pedirles su apoyo, luego del encuentro del lunes con gobernadores del Tucom, donde se dio el banderazo para la contienda interna.

Tuesday, May 17, 2005

Matando Canallas

Efraín Salazar Girón

AUNQUE sigue matando canallas con su cañón de futuro y mantiene intacto el sentimiento y la habilidad con la guitarra, Silvio Rodríguez, el gran Silvio, fue la prueba viviente en el Zócalo de la ciudad de México, de que para los seres humanos nada es lo mismo veinte años después.
Y no porque en la noche húmeda del sábado 14 de mayo el recital del trovador cubano hubiera desmerecido por alguna causa imputable a él, sino porque los de entonces ya no somos los mismos y los versos, incluso de Mi Unicornio Azul, resbalaron ligeros por nuestra piel ya no tan sensible ni tan tersa, junto a un hijo de 18 años -jeans y pelo largo-, que se besaba emocionado con una amiga.
Con una plancha de la Plaza de la Constitución colmada de seguidores en una gama que abarcaba de los quince a sesenta añeros y quizá más, Silvio Rodríguez, no obstante su claro liderazgo desplegado bajo el cobijo de Tláloc, según dijo, desafortunadamente mostró también su incapacidad para servir de instrumento y manipular políticamente al monstruo de mil cabezas, como le dicen en Viña del Mar al público exigente.
En un momento dado, el compositor quiso agradecer al gobierno de la ciudad de la esperanza haberlo llevado a ese templete para dar un espectáculo gratuito, luego de que el mismo público había abucheado a una funcionaria menor que se atrevió a subir al escenario para colgar verbalmente la medalla del mérito a autoridades locales encabezadas por el Peje, y apenas pudo dar, con una cuentas palabras, la bienvenida al exponente de la trova cubana.
Silvio Rodríguez, por su parte, apenas pudo referirse a lo dicho por la mensajera del tabasqueño repitiendo que México era sin duda la ciudad de la esperanza, cuando sintió el frío silencio de un público que había recorrido kilómetros para oírlo cantar y hablar de experiencias personales, y hasta permitirle presentar a tres trovadores invitados: al cubano Lázaro García, al mexicano Fernando Delgadillo y al uruguayo Daniel Viglietti, pero nada más.
Fue entonces cuando recuperamos algo del entusiasmo al ver la cerrazón del público para hacerle concesiones incluso al ídolo, autor e intérprete de piezas tan exquisitas como Ojalá, El Papalote, El Matador, y quien al rendir homenaje al mexicano Vicente Garrido, reveló que para él, “Ojos de papel volando”, segundo verso de una estrofa del Son de la Negra, de autor anónimo, es la frase mejor lograda de toda la letra de la música en español.
En ese momento recobraron brillo las luces de las torres de la Catedral a espaldas del escenario, las de Palacio Nacional y el Ayuntamiento, lo mismo que el bullicio de los presentes que bajaba por la calle Madero hasta Bellas Artes y la Alameda Central, junto con el de los vendedores de “periscopios”, plátanos asados, elotes, esquites y algodones dulces de colores.
El corazón se nutrió de momento, aunque ya nada fuera igual escuchando ahora, 20 años después, a un Silvio Rodríguez desaliñado, tocado con una gorra desgastada, camuflaje de la implacable calvicie y enormes lentes donde avanzan las dioptrías.

Wednesday, May 11, 2005

A Madres

Efraín Salazar Girón


No tener madre es buen o mal calificativo según se vea, porque cuando un mole con arroz o un caldo de res, o de pescado, son exquisitos, entran sin trámite en esa categoría… pero lo mismo pasa cuando alguien, hombre, mujer, político o trasvesti, se pasa de lanza en alguna acción y nos perjudica gravemente, “tampoco tiene”, decía el taxista cincuentón mientras daba vuelta con elegancia, en la calle de Revillagigedo, sobre la avenida Juárez.
En la amplia acera, frente a la Alameda Central, a un costado de la estación de una línea de turibuses, un organillero daba vuelta a la manivela del pesado instrumento, al tiempo que con la otra mano recibía unas monedas de parte de un joven sonriente en medio del bullicio endulzado por las notas del vals “Sobre las Olas”.
Mañana luminosa y cálida la de este 10 de Mayo, que al trabajador del volante le parecía más ordinaria que las sesiones de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y para quien el Día de las Madres tiene más propósito comercial que de verdadero reconocimiento a las llamadas autoras de nuestros días.
En el breve tránsito de la dejada, el hombre de aspecto sereno había entrado rápido al análisis del juego de palabras construido a través de años por el ingenio colectivo en torno al vértice de nuestros matriarcados, y donde “A madres”, es una expresión que revela abundancia, mientras que “es una mentada de madre” se dice de abusos y ofensas duras.
Pero eso sólo fue el camino para que el prestador del servicio llegara al destino al que casi siempre llevan las pláticas con quienes por su trato cotidiano con la gente, pasan a convertirse también en receptores y conductores de inquietudes y malestares sociales.
Bueno, los que no tienen madre, dijo, son los gobernantes que no cumplen y que se enriquecen a costillas del pueblo, sin que haya nadie que pueda obligarlos a rendir cuentas. Los tenemos que soportar seis años y al final los únicos beneficiados son ellos, sus familias y una cauda de seguidores cómplices que toman los cargos públicos como botín de guerra.
Para este hombre, curtido en el desencanto por subsecuentes gobiernos que mucho prometen y cumplen poco, todos los políticos, de todos, los partidos, “son lo mismo” y lo único que los mueve es la ambición por el poder.
Ahora –dijo-, entiende que el país vaya tan mal si el presidente Fox reconoció su mayor identificación como empresario y no como político, mientras López Obrador rechazó ser de izquierda y se acaba de definir -para The New York Times-, como “de centro” y “creyente”, para conseguir el visto bueno del imperio a unos días de que anunciara su intención de dejar el gobierno capitalino a fines de julio, para buscar la candidatura del PRD a la Presidencia de la República.
“Así nos va a ir… si gana”.

Monday, May 09, 2005

Visitas nocturnas

Fernando Bravo

UNO
Van tres noches seguidas que mi abuelo llega a mi cuarto, me tapa y me palmea la cabeza. Yo finjo dormir mientras me da su bendición. Con el alma en un hilo lo veo salir y rompo en sollozos. Mi querido abuelo murió hace una semana.

DOS
Llego a casa. Dos de la mañana. Voy a la cocina por un vaso de agua. Escucho ruidos, una voz. En la sala una anciana de aspecto dulce, teje y canta una canción de cuna. Uno ojillos negros, brillantes, levantan la vista y me miran. Desconcertado, pregunto quién la ha dejado entrar. Ella sin contestar deja de tejer, se levanta, abre la puerta y sale.
Al otro día, mostrándole el mantelito abandonado de la anciana, le reclamo a mi casera.
-¡Jesús!, ¿usted también? –dice, y se da la media vuelta, persignándose.
-Vieja loca –digo en voz baja, con la piel erizada y el tejido de estambre temblándome en las manos.

TRES
Medianoche sin luz por un cortocircuito en la colonia. El perro aúlla, rasca el portón y se para de patas. No me deja dormir. Molesto, busco una lámpara e intento averiguar qué pasa. Salgo. Un mendigo con sombrero de pico y barba crecida, andrajoso, duerme en la puerta.
El perro ladra sin parar, pero no se acerca.
- Levántese, no puede dormir aquí -digo.
- Está noche viene la muerte por usted, amigo –dice-, pero no se preocupe que yo la espero aquí.
- Váyase pinche lunático antes que llame a la policía –digo enojado y lo empujo con el pie.
Se va tambaleante, con la luz de mi linterna pegándole en la espalda. Y antes de dar la vuelta a la esquina se desploma, mientras los perros de la cuadra aúllan a coro con más fuerza.

Monday, May 02, 2005

No lo vuelvo a hacer

OBED COLLADO

Sería demasiado pensar que Dios me salvó la vida.
Simple y sencillamente la torpeza del tío Lalo al dar esa estúpida vuelta en "u" no fue suficiente para matarme, o matarnos.
Pero mis sermones para el borracho no sirven. Igual andaba yo, de todas maneras. Acabé con la rodilla raspada, pero sigo vivo.
No le doy las gracias a nadie, porque no creo que exista nadie a quien deba darle las gracias, pero sí le dije sus cosas al tío.
Luego de ingeniárselas con el "gato", logró "sacar" un golpe que impedía que el maldito auto caminara bien porque la lámina pegaba con la llanta.
Y qué decir del policía que vio al Fairmont subirse a la banqueta y estrellarse contra la súper maceta.
Ahhh! De milagro (si acaso existen) el compadre del Oaxaco logró echar la reversa y perder al motociclista, que curiosamente andaba a pie.
No prometo dejar la chela, ni el ron, ni el güisqui con soda. Lo que prometo es no volver a subirme al auto conducido por un demonio que ha perdido los reflejos.
Nada aprendió cuando fue "héroe". Nada aprendió cuando causó la carambola en Tlalpan.
Y nada he aprendido yo, que soy más joven, pero igual me doy mis "cubetazos".
Sobrevivirse a uno mismo es lo más patético. Dibujar el destino de manera tan tonta. Pero me voy a atrever a encontrar al culpable:
La Soledad.
El Oax, El tío, El Profe, y otros que comienzan el "nombre" con artículo han sido sus víctimas. Parece que nació con ellos y que jamás los dejará.
Yo no vi pasar toda mi vida en un instante inferior a un segundo.
Vi pasar al policía, que iba por "mordida" y no por ver si podía hacer algo por alguien.
Vi a la gente que volteaba a ver el Fairmont por el espantoso ruido de la lámina pegada a la llanta.
Vi pasar a muchos policías que no sospecharon al ver el lado derecho frontal destrozado. La defensa partida. El faro cambiado de posición, pero intacto.
Y la puerta derecha. Que ya no abría por culpa del golpe.
Pero el Tío Lalo no entiende. Se cree el súper corredor cuando está ebrio. Y estar ebrio es lo de menos, que para mí es como estar sobrio.
Al Tío Lalo le daré mi bendición y le pagaré otros tragos.
Pero para el regreso, prefiero darle sus 50 pesos al "Bigos", antes que treparme de nuevo en esa nave del olvido, que va hacia ninguna parte, pero te reencuentra con la soledad que creíste que escapó en botellas de cerveza vacías.
Buen viaje, Tío Lalo. No vuelvo a ser testigo de tus aires de Dios al volante.


 

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